sábado, 10 de julio de 2010

Mi última lectura: ¡DIME QUIÉN SOY! de Julia Navarro

SIPNOSIS: Una periodista recibe una propuesta para investigar la azarosa vida de su bisabuela, una mujer de la que sólo se sabe que huyó de España abandonando a su marido y a su hijo poco antes de que estallara la Guerra Civil. Para rescatarla del olvido deberá reconstruir su historia desde los cimientos, siguiendo los pasos de su biografía y encajando, una a una, todas las piezas del inmenso y extraordinario puzzle de su existencia. 
Marcada por los hombres que pasaron por su vida -el empresario Santiago Carranza, el revolucionario Pierre Comte, el periodista estadounidense Albert James y el médico militar vinculado al nazismo Max von Schumann-, la vida de Amelia Garayoa es la de una mujer que aprendió que en la vidsa no se puede volver sobre el pasado para deshacerlo. Desde la España republicana hasta la caída del Muro de Berlín, pasando por la Segunda Guerra mundial y los oscuros años de la Guerra fría, esta burguesa y revolucionaria, esposa y amante, espía y asesina, actuará siempre de acuerdo a sus principios, enfrentándose a todo y cometiendo errores que no terminará nunca de pagar. 
MI COMENTARIO:Demasiado explícita en su forma de escribir y contar las historias, redundante en muchas ocasiones, Julia Navarro trata de llevar al lector tan de la mano, que la lectura del libro cansa desde sus primeras páginas. Quizá la trama valga la pena y sea ahí donde la gente valore a la autora, pero es bueno dejar algunas cosas a la imaginación del lector sin que por ello la trama o la novela de resientan. Julia Navarro lo impide en todo momento, trata de dirigir no sólo a los personajes del libro, también al lector. Ya me pasó en La Biblia de barro y me vuelve a pasar en Dime quién soy, la forma de contar la historia me resulta cansina, repetitiva a más no poder y excesivamente forzada. 

viernes, 2 de julio de 2010

Zapatero a tus zapatos

Cuando uno se mete en en terreno de otros, saca los pies de su tiesto o valora, no muy positivamente, un trabajo ajeno su dominio, se arriesga a que le suelten este dicho a la cara. Una forma un poco más elegante de decirle a alguien que se meta en sus asuntos.

Esto ya ocurría en la antigua Grecia, origen de este dicho. Al parecer no era extraño que alguien acudiera al ágora (la plaza pública) para que el público valorara su obra. En una ocasión, Apeles, un famoso pintor, expuso allí un retrato. Un zapatero le recriminó que algunas partes no estaban del todo conseguidas, en concreto, el dibujo de las sandalias. El pintor, humildemente, reconoció los fallos y retocó el cuadro en su taller. Eso sí, el consejo venía de un experto.

Volvió al ágora después de los retoques y allí se encontró de nuevo el zapatero. Este, ligeramente orgulloso por haber dado tan buena opinión, a su juicio, en la primera ocasión, al ver que el pintor había modificado la obra, hizo otra serie de reproches ajenos esta vez al calzado. El pintor Apeles, un pelín irritado por la arrogancia del casual crítico, le dijo aquello de “zapatero a tus zapatos”, y ahí nació este famoso dicho.