sábado, 23 de marzo de 2013

LA PÉRDIDA DEL CONOCIMIENTO


Una clase de Historia del Arte en un instituto de enseñanza secundaria de una gran ciudad española. La Profesora va proyectando imágenes en una pantalla. Cada una de estas imágenes es acompañada invariablemente de un comentario suyo sobre la luz, el color, la simetría; en fin, las claves para entender la pintura y su evolución. De pronto, un alumno próximo a la mayoría de edad, estamos en segundo de bachillerato, levanta el brazo y pregunta: " Profesora, ¿porque salen siempre comiendo?". Y la maestra, a la que ya casi nada sorprende, ni siquiera ese tipo de preguntas, le responde que salen comiendo porque la "Última Cena" es tal vez uno de los episodios del evangelio más tratados por el arte de inspiración cristiana. El alumno asiente. Es decir, calla. A duras penas sí sabe lo que es el Evangelio.
Por supuesto, esto no significa en modo alguno que el alumno en cuestión sea un supremo ignorante. Si el chaval no se tuerce, dentro de unos meses poseerá la condición de bachiller y lo más probable es que el curso que viene se siente en una de las muchas aulas universitarias del país. Vaya, que algo habrá aprendido para llegar hasta aquí. Sin duda. Aprendido unas cuantas destrezas, ha razonado lo justo, ha memorizado muy poco y, en general, se ha comportado. Y con ese bagaje ha ido pasando de curso sin problemas. Pero sus conocimientos no se limitan a eso. Incluso puede decirse que se han forjado al margen de eso. Su cultura, ese poso que le sirve de báculo para andar por el mundo, se ha constituido en gran medida con lo que él ha descubierto por su cuenta, sin que nadie, excepto quizá sus compañeros, le haya orientador lo más mínimo. En la red ha encontrado cuanto podía precisar. Hasta los amigos. Su formación es en gran parte el fruto de ese navegar diario. Qué digo diario, constante, pues en su quehacer digital casi no conoce momentos de calma.
Como es natural, una de las primeras consecuencias de esta situación es el descrédito de lo poco que ha aprendido en la escuela. Claro que también esta, al renunciar a sus valores tradicionales, le ha facilitado mucho las cosas. Porque, en su afán renovador, la escuela, y en especial la española, lleva por lo menos un cuarto de siglo primando valores como la convivencia, la tolerancia o el respeto --cuya transmisión correspondía hasta la fecha al ámbito familiar -- y arrumbando los que siempre le han sido propios o sea, el esfuerzo, el afán de superación o la adquisición del saber. Esa suplantación de unos valores por otros; esa ruptura de la continuidad entre pasado y presente, esa indolencia --pues de lo que se trata, al cabo, no esté que el alumno aprenda, sino de que se sienta cómodo-- han resultado fatales. Y la primera víctima -- después de los propios alumnos, claro-- ha sido el conocimiento o, si lo prefieren, esa Última Cena que ya no se sabe de dónde sale ni para qué.
Así las cosas, como sorprenderse de que los informes de evaluación internacionales sitúen con reiteración a España a la cola de los países económicamente desarrollados por culpa de la gravosa incompetencia de sus jóvenes quinceañeros. O de que Finlandia, un país que figura siempre en los puestos de cabeza, dedique sus mejores estudiantes a la carrera de magisterio --al contrario, sobra decirlo, que España, donde esa carrera suele ser, por lo general, pasto de los más zoquetes--. O de que la Unesco advierta de que uno de cada tres españoles de entre 15 y 24 años abandona sus estudios sin acabar la secundaria, cuando la media europea es de uno de cada cinco, lo que sumado a un paro juvenil del 50% ofrece un panorama ciertamente desolador. Todo esto era más que previsible hace un cuarto de siglo. Y, por previsible, evitable. Ahora, en cambio, poco se puede hacer ya. Sólo poner cataplasmas, y gracias.

jueves, 14 de marzo de 2013

GUÍA DE AUDICIÓN: "Pequeña música nocturna" de Mozart


La serenata Pequeña música nocturna la compuso Mozart en el verano de 1787 y se convirtió enseguida en su obra más popular. El motivo apenas se puede vislumbrar: aquí se une la categoría compositiva con un encanto melódico muy peculiar, que eleva a esta composición por encima de otras de igual nivel. Tal vez esto explique que, para muchas personas, signifique, desde generaciones, algo así como "la esencia de Mozart".
Escrita en cuatro movimientos, su diseño original fue para cuarteto de cuerda, ampliado a orquesta de cuerda, con los chelos y contrabajos sonando siempre a distancia de octava.
Presentamos aquí el primer movimiento, el allegro subtitulado con su guía de audición:


domingo, 3 de marzo de 2013

PROKOFIEV: "El baile de los caballeros" de Romeo y Julieta


El ballet Romeo y Julieta fue compuesto o en la primavera de 1930 y. En el desarrollo se atiene fielmente a la tragedia de Shakespeare del año 1597. Trata de dos jóvenes de Verona que descubren su amor mutuo pero deben mantenerlo en secreto, pues sus familias están mortalmente enemistadas. Romeo, hijo de la casa de los Montesco, participa, enmascarado, en una fiesta de la familia enemiga, los Capuleto, y se enamora apasionadamente de su hija Julieta. Ambos se encuentran en secreto y deciden contraer matrimonio.
Para el ballet, este argumento rico en álgidos momentos dramáticos y contrastes se dividió en distintas escenas. Sus caracteres difieren: delicadas descripciones de las personajes se alternan con escenas de masas, las de amor comparten escenas con las luchas a muerte. Prokofiev logra la descripción musical de modo sublime. Además otorga gran valor a la exposición de los conflictos sociales en los que se encuentran sumidos ambos protagonistas y a causa de los cuales mueren, para reconciliar, mediante su muerte, a ambas familias enemigas.
Uno de los temas más conocidos de este ballet es el que vamos a oír a continuación, se trata del baile de los caballeros.
Yo he subtitulado el vídeo con la guía de audición:


Aquí el vídeo con el baile: