jueves, 21 de enero de 2010

Homenaje a Don Juan Aranda Doncel


EL PASADO DÍA 17 DE OCTUBRE tuvo lugar en el Salón de Actos del Palacio de la Merced -Diputación Provincial de Córdoba-, un acto de homenaje y reconocimiento al numerario de la Real Academia de Córdoba y Cronista Oficial de nuestra localidad, DON JUAN ARANDA DONCEL.

A dicho acto, que estuvo organizado por la Federación Cordobesa de Casas Autonómicas, Provinciales y Locales, a la que pertenece la Casa de Castro en Córdoba, acudieron, además de familiares del homenajeado, compañeros del mismo, tanto de profesión como de la Academia, representantes de todas las casas regionales, así como un gran número de castreños, que bien, a título personal, o bien, en representación de Asociaciones y Hermandades de nuestro pueblo, quisieron estar presentes.

En el mismo, que estuvo presidido por el delegado de Cultura de la Diputación de Córdoba, don José Mariscal, tomaron sucesivamente la palabra el Presidente de la Casa de Castro del Río en Córdoba, don Francisco Villatoro Centella, el Presidente de las Casas Regionales, don Antonio Pino, y la Concejala de Cultura de nuestro Ayuntamiento, doña Salud Guillén. Posteriormente, tomó la palabra don Miguel Ventura Gracia, Cronista Oficial de Espejo, quién con un discurso brillante, ensalzó la figura del homenajeado. El acto finalizó con unas palabras de DON JUAN ARANDA, quién de forma emotiva, agradeció a todos su asistencia.


Finalizado el homenaje y reconocimiento a este insigne castreño, todos los presentes pudieron departir durante un buen rato, en el patio de la Diputación, en un ambiente agradable, y tomando una copa de vino.



El Círculo de Artesanos, donde Juan ha estado desarrollado distintas manifestaciones culturales, se adhiere sinceramente a tan merecido homenaje.

miércoles, 20 de enero de 2010

La Tertulia del Café Bombón (Historia de Don Facundo Ruiz de la Lerda)


Miguel Morales Merino


DOS BOLLOS SUIZOS Y UN CAFÉ CON LECHE, copita de anís, vaso de agua y puro con muchas vidas y caladas a cuestas. Don Facundo era hombre de costumbres fijas.

En los tiempos de la bohemia, con más pausa que prisa, cojeando entre los adoquines de la Puerta del Sol, se dirigía a la calle de la Madera Don Facundo Ruiz de la Lerda, camino del Café Bombón.

Cariacontecido, despistado, de cabellera y barbas de chivo blancas como la sal, mostraba las arrugas de un sexagenario joven o de un cincuentón viejo, cuando en realidad era más añejo que todo eso. De ojos grandes y grises, unas bolsas de pellejo se adosaban a los párpados como los lechones a las ubres de una cerda muy pálida, de rosadas irisaciones, que cambiaban de color con el pasar de las horas del día. De abrigo raído y bufanda a juego con el iris de sus ojos, calzaba un sombrero hongo, más lustroso por el uso que por lo nuevo, que le quedaba pequeñísimo, aún siendo su cabeza tan alargada que se podría decir que su kilo de seso -que de hecho lo tenía- sería alargado por los polos y achatado por el ecuador cerebral.

Cuando llegaba al Café Bombón le esperaba el camarero, Jacinto, pequeño y correoso como un trozo de cinturón de cuero viejo, un gallego con retranca, pajarita ladeada y ojo de cristal. Se sentaba en su mesa de siempre, hecha de mármol y metal, materiales considerados por nuestro protagonista la más eficaz de las combinaciones entre la Antigüedad Clásica y los nuevos tiempos que corrían. Bella piedra calcítica metamórfica de las canteras de Macael y negro hierro forjado en los Altos Hornos del Norte de nuestra Ibérica Península. Dos bollos suizos y un café con leche, copita de anís, vaso de agua y puro con muchas vidas y caladas a cuestas. Don Facundo era hombre de costumbres fijas como ya decíamos antes. Los otros que por allí andaban se arremolinaban a su vera, como si fueran moscas a la miel. Don Facundo les contaba, entre sorbo y sorbo, bocado y bocado, sus aventuras en el Congo Belga, en el río Marañon, auténtico -decía- nombre del Amazonas, y sobre todo, su contacto con los jíbaros, los indios reductores de cabeza. Llevaba como recuerdo, en su bolsillo, engarzada, por una diminuta oreja momificada, a la cadena del reloj, la cabeza de su amigo Fontesillas, reciclado en aquellas lejanas latitudes por los salvajes. Emilio Fontesillas Azpiri era un dinamitero, un anarquista incendiario, que tras las lecturas de Chesterton y Conrad, mutó al final de su reducida vida -tan reducida como su cabeza- en jesuita con boina que llevaba la Buena Nueva a los indígenas del Paraná. Los jíbaros concluyeron con sus aspiraciones de salva almas, y lo convirtieron en mero acompañamiento del tictac de un reloj.

También estaba Don Facundo inmiscuido en políticas. Fundador de un partido muy minoritario, el PASMA, de ideales progresistas y anarcoides, con veleidades de bomba en mano y culo en silla con un café por delante, su tangencialidad con el orden estaba muy bien vista en reboticas, talleres tipógrafos, zapaterías y obradores de suspiros y piononos. El Partido Asambleario Social Materialista Antigonal tenía tres miembros. Gerardo Pinto Parrales era uno de ellos. Estaba en la cárcel por bígamo, que no por revolucionario, aunque estar casado con dos mujeres, no se sabe si es ser revolucionario o el colmo de la paciencia. El otro, aparte de nuestro amigo Don Facundo, fue Hilario Trebujena Carrión, muerto también a manos de los indios jíbaros, de cuya reducida cabeza se dice que fue comprada por un rey turco que lo llevaba en su turbante entre zafiros y plumas de pavo real. Era muy leal al materialismo antigonal de Don Facundo más que nada porque era el pretendiente de su hija Inesita, siendo pues un agitador por amor. No tenía inclinaciones alborotadoras y solo quería a Inesita, a un gato tan gordo como un buey llamado Arquímedes, y tener en el futuro un bufete de pleitos para ganar muchos duros. Se embarcó con Don Facundo en uno de sus viajes por las Indias Occidentales y jamás regresó. Inesita ya no se habla con su padre, pues la dejó solterona para toda la vida. Además, comentaba con su chacha Nicanora, que eso de tener el novio muerto, hecho pedazos y repartido por el mundo, no era de cristianos.

Don Facundo no se presentó a ninguna elección, Pero fue elegido por aclamación popular, como concejal de festejos de su barrio. Jamás hizo nada al respecto, pero los barquilleros le idolatraban por las calles de Madrid. Y los organilleros le tocaban, mientras paseaba ausente con su ridículo bombín, trozos de zarzuelas, pues sabían que le gustaban.

En la tertulia de todo se discutía, menos de toros. Los toros estaban prohibidos, pues la mujer de un contenturlio, Fermín Melindres, se fugó con un banderillero de nombre Botijuelo, a hacer las Américas, dejándole a su cargo dos hijos, según Melindres, insoportables, que se pasaban todo el día pidiendo y pidiendo, claro, ya lo decía él, ante el vicio de pedir, la virtud de no dar. Dobles cuernos, decía susurrante Don Facundo al ajado camarero orensano siempre que veía la triste estampa de Don Fermín, y el garçon reía el chascarrillo tocándose las orejas y meneándose entre las mesas, contemplando sus dominios.

Don Facundo trabajaba en Aduanas y rara vez visitaba su puesto de trabajo. Era lo que se dice todo un funcionario. Hizo una oposición en tiempos de Amadeo de Saboya, y es por eso que es al único rey al que guarda reverencia. Nadie le echó en falta jamás, solo cuando un día que llovía en el que llegó un chino y no se entendía con los agentes a su cargo. El único que sabía mandarín era Ruiz de la Lerda. Don Facundo estaba en una fiesta flamenca con el Conde de Romanones, que le eximió de tan bizarra tarea mandando al oriental, por mensajero, a tomar por donde amargan los pepinos. Una tarea de chinos, como le dijo el noble con su sorna característica. Don Facundo rió la gracia y siguió comiendo jamón.

Nuestro hombre escribió tres libros, de los cuales se comió uno y medio en un acceso de psicosis neurostémica, que según decía su médico se debía a la ingesta de metales pesados en la selva amazónica. Solo han llegado retales de un manuscrito titulado “Cómo debe lavarse los pies un caballero español y otras bagatelas”.

Según cuentan algunos Don Facundo murió en tiempos de Azaña de un cólico que le dio por comer muchas garrapiñadas. Otros, sin embargo, cuentan que una boa constrictor se lo tragó entero en las junglas de Venezuela, buscando una catarata de esas de postal, dejando solo su salacot.

Lo que si parece que es verdad es que en el Café Bombón la mesa 12 del antiguo sector que un tal Jacinto que se volvió a morir a Galicia administrara muchos años ha, siempre está vacía, reservada, como si de las regiones más etéreas y ominosas del vacío frío de la Eternidad, el espectro de un viejecillo fibroso fuera a retornar al mundo de los vivos para volver a pedir para su estómago ectoplásmico dos bollos suizos y un café con leche, copita de anís y vaso de agua y se volviese a oler el aroma ocre de puro con muchas vidas y caladas a cuestas entre las mesas del hoy ya casi vacío local, remembranza de muchas tertulias airadas y silencioso monumento a un pasado bullicioso.

lunes, 18 de enero de 2010

Sueños



José Jiménez Ortega


Primer sueño

Un día soñé que me llamaba José Jiménez Ortega y, como sabe todo el mundo, es decir, mi mujer, mis hijos y mis cuatro amigos y medio, soy pedagogo. Soy pedagogo de los que ya no existen (o sí), al menos esos son los ecos que llegan a mis cada días más duros tímpanos .Soy pedagogo por vocación, o expresado de otro modo, porque me gusta enseñar y me siento bien cuando alguien aprovecha mis enseñanzas, y tenga la edad que tenga logra sacar beneficios de ella. Pero soy pedagogo de nacimiento, incluso antes de que la Licenciatura de Pedagogía existiese yo ya era pedagogo.

Pues bien, un día el pedagogo Pepe, que soy yo, soñó que existía una escuela en la que se impartía una sola asignatura: VIVIR.


Soñó que en Educación Infantil la mayor parte del tiempo se dedicaba al juego, las canciones, la danza, el teatro…Que los papeles, cartulinas, colores, lápices, pinturas, sólo eran utilizadas por aquellos niños que insistentemente lo requerían.

Soñó que la enseñanza de los valores humanos individuales y sociales y la educación para la ciudadanía eran muchos más transcendentes para la evolución y desarrollo de la humanidad, que toda la fusión del conjunto de materias que hoy estamos aprendiendo.

Que en las aptitudes y capacidades que los infantiles iban desarrollando se ensalzaba y premiaba fundamentalmente la alegría de vivir, la risa, la espontaneidad, sus deseos de querer y ser amados, su facilidad para convivir, ayudar a los demás, sentirse el que llora o sufre, el que pasa hambre , el solitario, el tímido…

Soñó que los políticos de la educación, ministros, directores generales y demás gente importante recordaban su niñez, y que cuando se diseñaban los planes educativos no se tenían en cuenta los conocimientos a impartir, los objetivos mínimos a dominar por los alumnos, las áreas por niveles…No, nada de eso era importante. Lo básico era enseñar a vivir, a ser feliz haciendo feliz a los demás.

Lástima que el sueño acabara tan pronto.


Segundo sueño


Otro día soñé que las notas, las evaluaciones, no hacían referencia a las habituales y tradicionales asignaturas o materias de costumbre. Es decir, que las matemáticas, el lenguaje, sociales, naturales, etc. habían desaparecido de los boletines y cartillas escolares, siendo sustituidas por contenidos como: predisposición para la paz, sinceridad, uso de la libertad, derecho a la igualdad, responsabilidad, etc. y que los alumnos que avanzaban en estas áreas eran los que realmente conseguían buenas calificaciones, pasaban los cursos con la admiración de todos, convirtiéndose cada vez en personas más dignas honestas y eficaces, cuyo quehacer era fundamental para que el ser humano se fuese haciendo progresivamente mejor, más preparado para vivir sus momentos de soledad y también sociedad.

Estas enseñanzas le proporcionaban el equilibrio psicológico, la madurez suficiente y un conocimiento sobre la vida que jamás habían pensado que podrían conseguir.

Las materias clásicas no es que se hubiesen abandonado totalmente, simplemente eran unos instrumentos que había que conocer y normalmente todos los alumnos al acabar sus estudios dominaban a la perfección, por supuesto , unos bien, y otros mejor, pero esto era algo que ni a padres ni a profesores preocupaba porque consideraban que nadie es mucho más feliz ni vive mejor por saber la raíz cuadrada o las preposiciones, ni por saber el área del cuadrado; eso eran asuntos que en caso necesario ya se aprenderían.

Lo importante era enseñar y aprender a vivir, a vivir solo y con los demás y, en consecuencia, eran sancionados con dureza todos aquellos alumnos/as que con sus palabras o actos impedían una convivencia armónica, como por ejemplo: los mentirosos, los pequeños estafadores, los calumniadores, los insistentes ladronzuelos, los perturbadores de la paz, los agresivos, etc.

A la larga todos ellos, después de alguna reprimenda o sanción, sentían la necesidad de hallarse en el grupo, luchaban por cambiar su conducta hasta conseguirlo. Los que tardaban en modificar su comportamiento se iban quedando cada vez más aislados, de modo que no se hacían esperar demasiado para incorporarse a su respectivo grupo en los que poco después llegaban a ser los más avanzados.

Cuando acababa el período de escolaridad muchos de estos alumnos continuaban los estudios llegando algunos hasta niveles superiores, otros se iniciaban en cualquier profesión que más tarde ejercían con habilidad y destreza, y aún más, conseguían divertirse con su trabajo, bien en la relación con los compañeros, por quienes se sentían queridos y respetados y a quiénes querían y respetaban, bien por la propia tarea, que trataban de desempeñar los mejor posible sin importarles el tiempo ni el esfuerzo.

Su mayor placer procedía de la propia labor que realizaban. Concluir bien un trabajo cualquiera era una de las mayores satisfacciones que percibían y uno de los retos a los que con ganas tesón y responsabilidad se enfrentaban. De ahí muchas veces la admiración y el respecto de sus compañeros. Claro, que también existía la envidia y el resquemor de algunos, pero éstos pronto eran ignorados y, en el mejor de los casos abandonaban la empresa para dedicarse a otros menesteres.

La relación entre los diferentes sexos era… Riiing… Riiing… Riiiiiiing…!!! La alarma sonó y lo mejor de mi sueño quedó colgado .Espero que Morfeo llame nuevamente a mi puerta, libere las cadenas del subconsciente y permita que un final feliz dé por terminadas estas fantasías.



viernes, 15 de enero de 2010

¿Será verdad que somos así?




Antonio Millán Aranda


EL DÍA DE LA PRESENTACIÓN DEL NÚMERO CERO DE “LA REVISTA”, el Presidente del Círculo de Artesanos, la ofrecía abierta a todas las opiniones y temas, con alguna limitación, la política. Creo que se refería a ésta y un acompañante, a un, muy fiel, la refriega verbal. Es difícil en sus distintas acepciones, encontrar un tema o dar una opinión que no estén impregnadas de la “cosa pública”.

Tras este obvio preámbulo. De lo que me gustaría opinar es de un sujeto básico como eslabón social, origen y fin de casi todo. Hoy ninguneado, casi marginado, o autoexcluido, de forma individual y también colectiva. En especial de aquellos, de la misma especie cívica, mayoría más que absoluta, sin cargo público o representación delegada.

Sí, quisiera dar mis opiniones, como observador de a pie, sobre nosotros los CIUDADANOS. No es mi intención hacer un análisis exhaustivo de esta figura. Intentaré centrarme en las vicisitudes y dolencias actuales para el desempeño de sus funciones.

No corren buenos tiempos para el ciudadano. En esta época están coincidiendo factores, circunstancias y modas, unas veces interesadas y otras no, que no ayudan a fijar las cualidades y virtudes del individuo social.

Empezando por la educación. En los treinta años de democracia las reformas que han realizado los dos grandes partidos políticos no han funcionado, ni en la formación de conocimientos, ni en crear las bases de entrenamiento para los usos de capacidades: pensar, decidir por sí mismo y convivir con los demás, etc.

Los padres, como parte básica de la comunidad educativa, hemos pasado de la rigidez y carencias de nuestra educación familiar, a la permisividad y bajo nivel de exigencia más absoluta con nuestros hijos. En muchos casos abdicando esa responsabilidad en los profesores y resto de la sociedad. Se nos olvida algo que vemos todos los días en nuestros campos: “El tutor: sujeta, orienta, sostiene, cuida su crecimiento y guía lo que es un proyecto de árbol”. Para un proyecto de ciudadano.

Tampoco ayudan los medios de comunicación, los poderes públicos y el resto de la sociedad. Los poderes públicos, aunque gasten cantidades ingentes en campañas de publicidad, yo diría de propaganda, comunicando al ciudadano sus logros y mejoras, trata a éste, más como “cliente” que como parte activa del gobierno de las instituciones.

Los políticos y los partidos son imprescindibles en una sociedad democrática, pero en demasiadas ocasiones se olvidan del interés general, se dirigen a la ciudadanía para mostrar y escenificar su guerra con el partido contrario, utilizando un lenguaje ofensivo, insidioso e insultante. Escamoteando de esta manera la información razonada de sus propuestas. Sus comparecencias públicas carecen de la exposición sencilla y clara, sin intención pedagógica, de los temas que nos afectan. Es frecuente una construcción del mensaje en forma suave o figurada, que ahora llaman “Políticamente correcto” para evitar así, según ellos, que se escandalice la ciudadanía. No facilitan al ciudadano el ejercicio de análisis de las opciones. Prefieren motivar o “calentar” al ya convencido.

En general, tampoco, en los últimos tiempos, los medios de comunicación ayudan a una ciudadanía bien informada. Con demasiada frecuencia no desarrollan su función social de control que tienen asignada, llegando en algunas ocasiones a la manipulación, incluso intoxicación. En ocasiones son correa de transmisión “informativa” de los grupos políticos. En otros casos son los partidos quienes siguen las estrategias que marcan los medios. Hoy es necesario y obligado para poder tener opinión sobre un tema contrastar varias fuentes informativas. Por no hablar de los contenidos zafios y de mal gusto.

Podríamos hacer una relación interminable de agresiones y engaños al sufrido ciudadano, con mensajes publicitarios repetidos hasta desactivar el sentido común: “Hágalo sin esfuerzo”, “Aprenda sin esfuerzo”,” Adelgace sin esfuerzo”, “Crédito fácil en 24 horas”, “Compre hoy y pague como quiera”, etc. También la manipulación con el objetivo descarado de crear la “Realidad virtual” o intento de que sólo sea real lo que sale en televisión, e intentar convencernos de que esa híper-realidad o realidad virtual lo es más que la propia realidad.

Eufemismo según el diccionario de la RAE: “Manifestación suave o decorosa de ideas cuya recta y franca exposición sería dura y malsonante”. Cada día es más utilizada esta estrategia dentro de lo que llaman perversión del leguaje, en una larga lista de tergiversaciones, eufemismos, dobles sentidos y mentiras, con el único fin de engañar al ciudadano y anular su conciencia. Ejemplos: “Limpieza étnica”! en realidad no quieren decir asesinatos por religión, raza u otra causa, “Guerra humanitaria” ! no quieren decir exterminio por causas inconfesables. “Fuego amigo” ! te matan los “buenos”. “La indiferencia es una de las características de la modernidad” ! Quieren justificar el rechazo a la opinión pública. ”Contabilidad creativa”! Fraude contable. “Precariedad laboral” ! Explotación laboral. Y así podríamos hacer una larga lista.

Sería muy prolijo detallar el extenso muestrario de manipulaciones y engaños, más o menos sutiles, que de forma cotidiana e interesada acechan al ciudadano.

No es mi intención recrearme en un inventario de lamentaciones sobre las maldades y trampas al libre albedrio del individuo. Por el contrario, me interesan más los conscientes en su entorno, convencidos de la cultura del esfuerzo para una libre realización personal, que ponen su granito de arena para la convivencia y adaptación de una sociedad que necesita evolucionar a mejor. Como dijo Antonio Gramsci: “Frente al pesimismo de la razón, el optimismo de la voluntad”.

No todo son derechos para el ciudadano, también tenemos obligaciones, aunque se hable poco de ello. Debemos asumir nuestra responsabilidad en la consecución del bien común; para ello, una de las primeras obligaciones es defender precisamente los derechos básicos del individuo, obtenidos por el esfuerzo de generaciones anteriores. Para este fin, es necesario mantener entrenada la conciencia crítica y la formación continua, componentes básicos del hombre libre.

Tanto en el ámbito privado como público, es muy frecuente observar como abdicamos de nuestras responsabilidades. Cuando nos afecta este mal de “despreocupada delegación” ponemos en manos de maestros, funcionarios, políticos, vecinos, familia, etc. parte o la totalidad de nuestros deberes cívicos. Con esta conducta firmamos la renuncia a las obligaciones de ciudadanos. Esta dolencia suele ir siempre acompañada de secuelas, cuando las cosas no funcionan, en forma de exigencias posteriores. Escondiéndonos así en el tan socorrido “La culpa la tiene el otro”. No es ético ser exigente con los demás, cuando no lo somos con nosotros mismos.

Es importante estar alerta a los cambios que intentan consolidarse en la sociedad, unos naturales o evolutivos y otros interesados, programados por “creadores” de todo tipo. Cuando un cambio viene de un modo lo suficientemente lento escapa a la conciencia, y no provoca en la mayoría de los casos, ninguna reacción, ninguna oposición. Olivier Clerc lo explica muy bien en la fábula de la rana que no sabía que la estaban cocinando…

La sociedad formada por individuos como células vivas, cambia y evoluciona constantemente, también los ciudadanos están sujetos a este ciclo natural. Por ello, la ciudadanía no debe tener una actitud dogmática o cerrada al debate. Una fórmula que utilizamos poco en estos tiempos y que fue habitual para ayudar a la articulación social, consiste en que mi vecino sepa lo que pienso de un tema que nos afecta a los dos. No podemos olvidar que el objetivo base de la sociedad es el bien común. Alguien dijo que no se pasa del yo al nosotros sin dejar en el camino parte de nuestra libertad.

Hoy, sin darnos cuenta, somos medidos y observados como individuos, agrupados en multitud de segmentaciones: edad, tamaño de población, formación, ideas políticas, a qué hora vemos la televisión, que canal, que periódico, que artículo leemos, que consumimos, que marcas, etc. Por medio de encuestas, con periodicidad incluso hasta diaria, financiadas por muchos y diferentes “Grandes Hermanos” Orwelianos: Instituciones públicas, Partidos Políticos y Empresas. Conocen casi todo de nosotros, les interesa la “fotografía del momento”, pero sobre todo la evolución de nuestra opinión, nuestro criterio, nuestra conciencia social, nuestra actitud ante los cambios rápidos y lentos, que consumimos y que estaremos dispuestos a consumir. Tengamos la seguridad que las empresas cambiarán rápido sus estrategias de productos y precios, en función de nuestros criterios de demanda, aceptación o rechazo. Los políticos e Instituciones también modificarán sus estrategias y objetivos, aunque algo más lentos. En definitiva EL PODER no quiere en la sociedad moderna choque frontales con la ciudadanía, le interesa más la imposición tangencial o sutil. Adaptarán sus objetivos, crearán otros nuevos, para mejorar intereses de todo tipo: económicos, de imagen, políticos, etc., en espera de que los ciudadanos nos dejemos “convencer”.


No todo es negativo en la herramienta de los sondeos de opinión; han sido muy positivos y lo seguirán siendo para evitar errores de estrategias o imposiciones. Han evitado algún fracaso que otro, y alguna revuelta por parte de los ciudadanos. Su eficacia social dependerá del nivel de concienciación de todos.

Hoy “El Poder” lo tiene algo más difícil para poder hacer llegar sus mensajes, o escamotear información, gracias a herramientas como Internet: El boca-boca es infinitamente más rápido, un ciudadano puede colocar un video en YouTube o enviar un mensaje por Twitter, y en pocas horas lo pueden ver millones de personas, rompiendo así cualquier estrategia, o “error”, de Empresas, Instituciones o Políticos.

Haciendo bueno el dicho popular, siempre he creído que a medio y largo plazo tenemos la sociedad, los políticos, los funcionarios y hasta la economía, que nos merecemos, en función de nuestra calidad como individuos. En algunas regiones y en países europeos del norte, sus sociedades han creado anticuerpos que evita la baja calidad colectiva. Posiblemente porque enfermaron hace mucho tiempo y hoy tienen mayor grado de inmunidad.

Aun pecando de reiterativo, creo muy necesario tanto para la vida personal como social, el cultivar un equilibrado espíritu crítico y hábitos de formación, como componentes básicos para la evolución de una sociedad justa. Seamos optimistas y creamos como nuestro paisano Séneca, que “La persona es artífice de su propia vida y responsable de su propio destino”.

Ruego disculpen lo extenso de estas observaciones personales. Pero he de confesar que de lo que me gustaría hablar es de nosotros los ciudadanos de Castro, aunque tendré que esperar al próximo número de “La Revista”.


jueves, 14 de enero de 2010

HELICICULTURA: De la nada al éxito en tiempo récord


Juan Márquez García


No disponen de sangre, la hemocianina, con su color azul, se encarga de suministrar a sus células los nutrientes y el oxígeno que necesitan para subsistir. Su sistema nervioso, muy primitivo, tipos connictivos (nervios rectos y cortos). Su corazón solo tiene una aurícula y un ventrículo del que sale una arteria que, al ir dividiéndose, forma su sistema circulatorio. El sistema excretor prácticamente lo tiene junto a la cabeza. Es poiquilotermo (que no puede regular su temperatura corporal). Hermafrodita insuficiente (que dispone de ambos sexos en el mismo saco seminal, aunque no puede autofecundarse). Su escasa visión, tiene como órganos sensoriales externos una pequeña protuberancia en el extremo de una especie de antena.

En fin, parece que estuviéramos describiendo algún tipo de extraterrestre de alguna película o novela al uso; pero no, nada más lejos, se trata del caracol, más concretamente del hélix aspersa. Animal éste que, a pesar de sus muchas limitaciones, ha conquistado prácticamente todos los continentes a través de los mejores platos de las mejores mesas de los mejores restaurantes, calificando su consumo como una verdadera delicatessen.

Pues bien, su cría en cautividad es lo que se da en llamar helicicultura: Helix de helícidos y cultivare del latín cultivar, criar.

En sí, esta actividad es un verdadero arte, pues son muchos los conocimientos indispensables acerca del animal para llevar a buen puerto dicha empresa: nociones básicas, sobre su morfología y formología, conocer desde sus costumbres diarias hasta las anuales pasando por las necesidades de temperaturas, humedad, refugios, alimentación etc., además de enfermedades y depredadores, que no son pocos; sin olvidar adquirir conocimientos básicos en horticultura, que podrían ir desde la elección del tipo de plantas aptas para tal fin hasta el cuidado de ellas, calculando su duración y el tipo de protección que recibirían a través de las mallas de sombreros adecuadas. Hay que aseverar que él o los estudios de estas mallas son extensísimos y muy complejos; baste decir que un color de malla inadecuado podría acabar con toda la producción en pocos meses; así que estamos hablando de una verdadera Actividad Zootécnica.

Comentaros que esta afición de la que os hablo comenzó tras la lectura de un artículo del suplemento dominical del diario “El Mundo”, hace unos cinco años. Artículo que explicaba cómo en Egea de los Caballeros, un pueblo de la meseta castellana, “¡creó!” una empresa de helicicultura que comenzó con un capital inicial de diez millones de las antiguas peseta, y, a la vuelta de tres años, facturaba cinco veces dicha cantidad.

Esto me animó a indagar todo lo relacionado con la historia y los conocimientos de los helícidos, volviéndose cada vez más interesantes e ilusionante los estudios sobre la materia, Estudios que han tenido como soporte tres cursos de Helicicultura nacionales (uno de ellos presencial) y dos internacionales, además de toda la documentación acerca de su comercialización, también harto extensa. Todos los organismos, donde se recogen las tendencias del mercado, dan en afirmar que el consumo de estos moluscos en los próximos veinte años se multiplicará por cinco. Teniendo en cuenta que, ahora mismo, la producción es deficitaria, no es aventurado decir que las perspectivas empresariales son como mínimo interesantes. Más aún teniendo en cuenta que nuestros proveedores básicos son países del norte de África, donde nadie ha visto ningún tipo de plantación hecha para tal menester. Extremo éste que nos lleva a pensar que su recolección su produce en el mismo hábitat natural de estos animales. Hábitat cada día más amenazado, pues el uso de agroquímicos se está imponiendo en estos países, a causa de los diferentes planes de desarrollo rural: olivos, invernaderos, etc.

Directivos de empresas relacionadas con estos países en la compra de moluscos aseguran que en el plazo de dos años no habrá en su medio natural caracoles ni para un caprichito, como ya sucedió aquí.

Instar a la Administración a tener amplitud de miras y valentía a la hora de abordar este nuevo yacimiento de empleo, apoyando un parque tecnológico experimental y ofreciendo infraestructuras menores (que por definición corresponden a las corporaciones locales) en las zonas donde los diferentes microclimas den la temperatura y el grados de humedad que haga viable este tipo de actividad, zonas que tenemos en abundancia en nuestra comarca, siendo un potencial endógeno a explotar. Estas infraestructuras resultarían imprescindibles para cualquier proyecto de desarrollo local y comarcal, así como para la formación de todas las personas, que teniendo un terreno adecuado, decidieran dedicar algo de su tiempo y dinero a esta actividad que en algunas partes de España se ha demostrado tan lucrativa.

Más aún teniendo en cuenta que la diversificación de la economía es muy aconsejable para el buen desarrollo empresarial de una comarca. Además, ésta se vería mejorada en arboledas y zonas verdes, ya que la actividad los necesitaría, entrando de lleno en la tan traída y llevada economía sostenible.

También se podría considerar una salida aceptable para combatir la actual crisis económica, pues las inversiones serían mínimas y el mantenimiento reducido, si lo comparamos con los posibles ingresos, dado que la cotización de estos moluscos, manteniendo un margen de calidad, darían unos resultados comerciales dignos de tener en cuenta.

En la actualidad trabajo en la confección de un curso de helicicultura a ciclo biológico completo intensivo a partir de las condiciones específicas de algunas zonas de nuestra comarca, curso que espero algún día desarrollar de forma práctica y poder así ofrecerlo a la administración y a todos nuestros conciudadanos.

Un saludo, y ¡al toro!

Breverías en torno al Círculo de Artesanos



Francisco Merino Cañasveras

En una tarde, calurosa y húmeda, del verano del 2005, estaba yo sentado en un banco de la Avenida Francesc Maciá de Terrassa, esperando a un amigo castreño al que le llevaba el libro “Fuente de la Memoria” de Pedro Cañasveras. Fue entonces que vino a sentarse en el mismo banco que yo, el único con la frondosidad necesaria para dar una tupida sombra, una señora ya septuagenaria que me saluda con un amable “Buenas tardes” y una sonrisa iluminando sus facciones. A continuación extrae del bolso un paquete de cigarrillos y enciende uno. ¿Le gusta la lectura, señor? Me pregunta tras exhalar una bocanada de humo. Pues sí, la verdad es que soy un lector habitual, le contesto, mientras noto que, a hurtadilla, mira la portada del libro. Yo también era una lectora empedernida, hasta que la vista me fue fallando. Me dice sin dejar de mirar el libro. Le acerco el ejemplar y le explico quién es el autor y de qué trata su contenido. Observo que la expresión de su rostro cambia de inmediato y, asombrada, exclama. ¡Castro del Río! ¿Es usted de Castro del Río? Me pregunta con la sorpresa reflejada en su rostro. Sí señora, el autor es mi tío, un personaje popular en el pueblo por sus conocimientos de los usos y costumbres sobre las labores del campo, ¿es qué, por casualidad, conoce usted el pueblo? Le pregunto. Sí señor, lo conozco y viví en él durante una larga etapa de mi vida. Allí me enamoré, me casé y nacieron mis hijos, luego, las vicisitudes de la vida me llevaron a abandonarlo en dramáticas circunstancias. Calla la señora y durante un breve lapso de tiempo permanecemos en silencio. Después continúa con sus recuerdos: Yo llegué a Castro procedente de las islas Canarias, mi padre, maestro de escuela nacional, fue destinado a ese lugar donde sentamos plaza. Vivíamos en la casa del “jardinito” en lo alto de la Cuesta de Martos; la casa era propiedad de una señora viuda conocida como doña Lola, tenía un hijo, Joaquín, del cual me enamoré y, poco después, nos casábamos: tuvimos dos hijos, ¿sabe usted?. De nuevo guarda silencio y evoca el pasado. Mi mente, en un acto reflejo, también comienza a cavilar. Al cabo le pregunto ¿No sería por casualidad su padre don Desiderio? En mi niñez conocí a un maestro de este nombre que vivía en “el jardinito”. Su cara se ensancha por la sorpresa y, perpleja, me interpela, ¿llegó usted a conocer a mi padre?... Solamente de oídas, señora… Rosi, mi nombre es Rosi me interrumpe y, repuesto, le doy mi nombre y continúo, yo era entonces muy pequeño y no asistía a clase. Claro, claro musita, usted es mucho más joven que yo… Vuelve al mutismo.


Al tiempo se me viene a la memoria una de las anécdotas que cuenta mi tío en el libro: la del barbero “Caracoles” y el “Niño” que resultó ser un maestro de escuela algo bajito. Creo que hay una narración en el libro que hace referencia a su padre le informo, con ciertas reservas por mi parte, se trata de una vez en que don Desiderio fue a pelarse y el barbero le quiso tomar el pelo, perdón por el juego de palabras. ¡Ah, sí… Lo recuerdo! -comenta con una pizca de ironía-, se comentó por todo el pueblo. ¿Conoció usted a doña Lola, mi suegra, o a mi marido? Me pregunta, y doy una respuesta afirmativa. Entonces la noria de los recuerdos se pone en marcha, afluyendo a mi mente un carrusel de imágines, soterradas en los yacimientos de la memoria infantil, y voy desgranando los recuerdos archivados en ella. La señora por su parte me cuenta, en días sucesivos, sus vivencias en Castro: las salidas con sus amigas, entre ellas Consuelo Morales y Rosa Trenas, sus afanes, sus amores y desamores y, por supuesto, su actual situación. Yo la escucho y así pasamos varios días reuniéndonos en el banco de la avenida.


Tenía yo doce años cuando mi tío Alfonso Cañasveras, que ya regentaba la repostería del Teatro Cervantes, se quedó también con la del Círculo de Artesanos, sito en la casa del “jardinito” a la que hemos hecho alusión más arriba. Cómo no podía llevar ambas a la vez, requirió de mis modestos e infantiles servicios para que le echara una mano con la barra de Artesanos; cosa que mis padres aceptaron sin ningún problema: “Mejor eso que andar apedreando perros por la calle” fue el comentario que hizo mi madre. Y la verdad es que por aquellos entonces -década de los cincuenta-, una vez acabados los estudios primarios, los nenes que por carecer de medios económicos no podíamos acceder a unos estudios superiores, que éramos la mayoría, nos veíamos tirados en la calle gran parte del día y de la noche. Así que un quehacer diario, aunque no fuera remunerado, era una manera de tener recogido al niño y sacarlo de la calle.


Estaba de conserje en el Círculo en aquellos días, un hombre ya mayor que respondía al nombre de Pepe Luna; creo que era un taxista jubilado, pues a menudo iba a visitarle un hijo suyo con un coche chico de aquellos que paraban en la Tercia. Luna y yo pasábamos las horas entre el recibidor de la galería y la puerta de la calle, que ya no lucía aquel pequeño jardín que la caracterizara y estaba pavimentado con cemento. Mi cometido era servir algún vaso de vino al posible parroquiano que, después de dar de mano en la carpintería de enfrente, se llegaba al Círculo; una tarea bastante aburrida que me permitía tener libre todo el tiempo del mundo. Siendo así que, con frecuencia, hacía dejación de mis deberes y me iba a la iglesia a tocar las campanas. Los monaguillos, los primos Pepe Camargo y Paco Pérez (Poetico y Quirro) me dejaban subir con ellos al campanario a tocar vísperas y repicar para la llamada al oficio religioso de turno: misas, entierros, novenas, quinarios… Otras veces pasaba el tiempo jugándome los tebeos a las tangas con Pepe Criado (Rubito Pastor), a ambos nos apasionaba la lectura de las aventuras del Guerrero del Antifaz, Roberto Alcázar, El Capitán Trueno, etc. etc.


Hasta que un día llegó Leocricio. Era Leocricio un nene que vivía en el Puente Nuevo y que la directiva del Círculo, encabezada por su presidente José Pinillos, había resuelto admitir como botones; recuerdo que lo equiparon con un traje típico de su labor, muchos botones en la chaqueta y rematado con un gorro redondo con barboquejo y sin visera. Fue por eso que, al tener un compañero en el interior de la casa, ya no lo pasaba tan aburrido y cuidaba más del pequeño bar. Los dos nos distraíamos jugando al dominó, a las veinte chinas y los dos leones y al escondite por la casa que era enorme. Se alzaba la edificación sobre una planta cuadrada, y constaba de dos pisos y desván, en el centro lucía y daba luz un enorme atrio rodeado de amplias galerías interiores y un descomunal salón. A lo largo de estos meses de “labor hostelera” en la repostería, tuve la oportunidad de subir al piso en varias ocasiones. Vivía en él la señora Lola, su hijo (no recuerdo si ya estaba casado con Rosi) y un matrimonio compuesto por un señor bastante obeso que trabajaba en el correo de Sola, y su esposa que se llamaba Maruja; tenían un niño pequeño que en ocasiones jugaba por el portal. De una de las salas del piso se alzaba una escalera de caracol que subía a la torre del castillo, me recordaba a la del campanario; aunque ésta que digo, era mucho más corta que aquella otra, y con más luz.


El presidente, José Pinillos y su directiva, en la que se encuadraban varios carpinteros de la Cooperativa de Carpinteros y Ebanistas: Juan Antonio de la Rosa, Joaquín Caravaca, entre otros que no recuerdo, deseaban dotar al Centro de un dinamismo y amenidad, que buena falta hacía en aquellos tiempos cutres de oscurantismo y represiones de todo tipo. Para ello trajo a la sede un trasto moderno que emitía música y que llamaban un Pick-Up; también organizaban bailes de sociedad que sufragaban con el alquiler de los salones del Círculo para celebrar bodas. A todos estos eventos asistía yo encandilado, en calidad de pinche del bar. Recuerdo con gran frustración la noche vieja de 1957: la directiva había adquirido una hermosa pelota de goma para sortearla entre los socios en esa noche festiva. Yo quedé admirado de la pelota nada más verla en una alacena de la galería que daba a la Cuesta de Martos. Tan ferviente era mi deseo de poseerla, que en una de las frecuentes visitas al campanario de la iglesia, fui hasta el altar mayor y pedí a “los de arriba” que la pelota a rifar me tocase a mí. Como quiera que yo no pude participar en el sorteo, “los de arriba” otorgaron el premio a mi tío Alfonso y, con la alegría invadiendo mi ser, ya me vi pateando el balón en la calle. Vana ilusión. Jamás volví a ver la pelota.


En los primeros meses de 1958, mi tío dejó la repostería de Artesanos. Recuerdo que se la quedó José Moreno Martínez. Este nuevo repostero trajo, al igual que había hecho mi tío conmigo, a un sobrino suyo; un nene de mi edad que había sido compañero mío en la escuela de la Redonda con don Antonio Villalba. Aun cuando yo ya estaba fuera, raro era el día que no iba al “jardinito” a jugar con Vicente (Raviche) -que así se llamaba el chico- y con Leocricio. Así mismo, se dejaban caer por allí varios nenes del barrio y otros que no lo eran, pero que acudían a la llamada del juego; quiero recordar a Fernández, que por estar su tío en la Notaría, ¿o era el Registro de la Propiedad?, no puedo asegurarlo (ésta se ubicaba en una espaciosa sala que daba al zaguán, con un gran ventanal a la Cuesta de Martos) frecuentaba la casa, entre muchos otros. En ese año de 1958 se rodó en Castro la película SOLEDAD, y fue en la sede de Artesanos donde se inscribían los extras y se pasaba lista al personal. Yo tuve la suerte de participar en una secuencia del citado film, concretamente en la primera escena en el Llanete San Juan, cuando unos nenes saltábamos una hoguera al paso de los novios, recuerdo a uno de ellos: Paquito Olmo. Por ese salto nos gratificaron con cinco duros.


Ya en mi adolescencia y juventud, El Círculo de Artesanos organizaba y montaba una caseta en el real de la feria que atraía la atención de gran parte de la población, sobrepasando en amenidad y dinamismo a la caseta municipal.



En fin, valgan estos recuerdos de mi niñez para ilustrar este artículo de la revista, que renueva y recuerda la gran expectación y popularidad que en su día tuvo la sociedad a la cual estamos haciendo referencia. Sociedad que a pesar de los pesares y de las muchas vicisitudes pasadas, aún persiste, permanece y se mantiene viva en un modesto local de las antiguas Escuelas Reales. Por lo que para mí significó, en un momento dado de mi niñez, sirva esta humilde colaboración, de evocación personal y a vuelapluma, para glosar y exaltar los valores sociales y culturales que en su momento encarnó. Valores que defendieron y propalaron un nutrido grupo de hombres con una inquietud social e intelectual digna de admiración, integrados en el sector de los oficios más variados de nuestro pueblo, que agrupaba la artesanía local; de la cual tomó, con toda justicia, su denominación social.

miércoles, 13 de enero de 2010

Ha fallecido RAFAEL MILLÁN



El pasado mes de Diciembre publicábamos en LA REVISTA del Círculo de Artesanos un relato de Rafael Millán -Destino- precedido de una semblanza de este insigne castreño residente en EE.UU. realizada por Paco Morales.


Ha llegado hasta nosotros la noticia de su fallecimiento el pasado día 9 de Enero y el Círculo de Artesanos, a través de su blog, quiere expresar su sentir por la desaparición de el norteamericano de Castro del Río, como lo calificaba el abogado y escritor Rafael Mir Jordano en su artículo publicado ayer mismo en el Diario Córdoba, que por su interés reproducimos a continuación. También incluimos otro artículo aparecido también ayer en El Día de Córdoba, firmado por Á. A. M., en el que se afirma que Rafael ha pasado a la historia de la Literatura por ser un destacado representante en la poesía de la posguerra española.

Otros enlaces:

Os dejamos con un poema que Rafael ofreció a todos sus paisanos en la Revista de Feria de 1959.


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lunes, 11 de enero de 2010

Historias de Castro: Eduardo Alfonso y Hernán



Vicente Orti

Fue D. Eduardo Alfonso y Hernán médico naturista, teosófico, escritor, conferenciante, mal violinista y peor pianista, según su propia definición, se conocía bien a sí mismo.
Nació en Madrid en 1894 / 1986.
Con orgullo explica que en 1919 ingresó en la Masonería.
Sus vivencias plurales.
Un personaje desconocido al que todos deberíamos conocer algo más.
Define: El Humorismo es consubstancial con mi alma, pero esto no resta ni un ápice histórico (y documentado) de los episodios que relato.

Una de las personas más admiradas por él, las que mayor influencia tuvieron sobre él, según sus reflexiones, fue Roso de Luna, de quien dice que es el Platón español.
La primera vez que le vi fue en su casa, confiesa Eduardo Alfonso. Como no vi ningún libro en su casa, como se esperaba de hombre tan erudito, al preguntarle por la biblioteca, me abrió un armario donde sólo había tres libros: “México a través de los siglos” de Chavero. La “Doctrina Secreta” de Blavatsky y “El Libro que mata a la muerte” de Mario Roso de Luna, es decir, del dueño de la casa al que fue a visitar.
Aquel hombre sabio, capaz de preparar una conferencia sobre cualquier tema en diez minutos, no pudo mostrarme más que una biblioteca casera de tres libros.
Eduardo Alfonso, descubrió varias estrellas, cuando periodistas, científicos y gente del saber acudieron a su conferencia para darles a conocer el descubrimiento, todos querían conocer su observatorio, sus equipos de trabajo……. Los llevó a la terraza de su casa y les indicó que lo hacía a simple vista.
Publicó un folleto con el título de: “El perjuicio de las drogas, vacunas y sueros”. El Colegio de Médicos de Madrid amenazó con retirarle el título. Él mismo dijo al Colegio, que no era necesario que le retirasen el título, porque yo mismo lo quemaría si este título no me daba derecho a pensar libremente.
Conoció a todos los prohombres de la época. El Dr. Gregorio Marañón, lo llamaba “el naturista”. Fue médico de Pablo Iglesias, en su última enfermedad.
Profesor y amigo suyo fue el Dr. Ruiz Ibarra, a quien el Colegio de Médicos de Madrid le obligó a quitar una placa que tenía puesta en la fachada de su consulta en la calle Fuencarral y que decía: “Dr. C. Ruiz Ibarra, Médico Naturista. Tratamiento sin medicamentos ni operaciones”. Tuvo que quitarla y cambiarla por otra que ponía: Dr. C. Ruiz Ibarra. Médico Fisiatra”.
En su extensa obra, valiente, inteligente, irónicamente define a decenas de ilustres personajes históricos y de su época.
Nuestra historia, el interés por este personaje, viajero por todo el mundo, conocedor de tierra patria, viajero incansable difundiendo su PROPAGANDA NATURISTA, pasó por Castro del Río, pueblo que le resultó interesante y digno de recordar en sus memorias, es quizás del único pueblo que realza de su periplo viajero.
Castro, era en aquel momento, que él no define claramente, debió de ser hacia el año 1919, en el que nuestro pueblo, cabeza de Partido Judicial, era famoso por su agricultura y sus movimientos políticos sindicales y lugar de paso obligado para todas las personas con cierta inquietud liberal.
…………Pero en Granada había poco movimiento naturista, a pesar de sus cientos de fuentes, caceras, albercas y estanques y enfilamos a tierras de Córdoba y Málaga donde nuestras ideas naturistas prosperan rápidamente.
Tras de breve estancia en Córdoba, nos dirigimos a Castro del Río, pueblo de 13.000 habitantes, bordeado por el río Guadajoz, cuyas riberas, asiento de riquísimas e innumerables huertas, producen una enorme cantidad de exquisitas frutas, sobre todo granadas.
Di una conferencia en Castro del Río, con el teatro lleno. El alcalde me favoreció amablemente y puso a mi disposición al Jefe de la Policía. Mucho le agradecí este rasgo, tratándose de que yo era un desconocido, pero la presencia de mi mujer, que me acompañaba y mi buena fe en mis trabajos, inspiraron confianza a todos. Dos médicos me escucharon. Terminada mi disertación tuve la satisfacción de no oír ni un solo aplauso; en cambio de entre la muchedumbre surgieron algunas voces de “mu agradecidos”. Este original comentario final a mi conferencia me satisfizo grandemente. Allí juntos, en un ambiente en que se habló de la salud y la vida, escucharon unidos por un momento la autoridad, los médicos y el pueblo.
Durante mi estancia en Castro del Río, vivimos en una huerta, en la que nos dio cariñosa hospitalidad mi amigo y cliente Antonio Pérez.
La gente de Castro (la musa popular castreña) se desbordó en coplas dedicadas al naturismo que fueron cantadas por las estudiantinas con música del “cuplé” “El Liberal”.

“Don Eduardo el naturista
lo lleva todo a la vista”.

“Los hortelanos de Castro
con esto “der” vegetal
han subido la cebolla
que es una barbaridad”.

“Las hortalizas
perdieron su valor
y piden un sentido
por una mala col”.

“También las “papas”
no se pueden comprar,
los pimientos y acelgas
¡tan caros como están!”

“Pero estas cosas
hay que “aburrir”
porque con esto hoy
no podemos vivir”

“Seremos vegetarianos
pero…ya no puede ser
porque “tos” los hortelanos
venden con gran interés”.

“También ha subido
el “cazón” a millón 1
garbanzos y habichuelas
y hasta el triste ”picón”. ) 2

(Estas coplas fueron publicadas en la revista “Acción Naturista” que dirigía el Dr. Casiano Ruiz Ibarra, en el núm. 22 del año 1920).


En Castro del Río, el principal propagandista del naturismo fue Pedro el Bueno, vendedor de Baratijas. (Conocido por nosotros en Castro, como “Periquillo el de los Pellejos -).
Tócole luego a Bujalance la oportunidad de mi visita. Las autoridades locales negaron el permiso para que yo diera una conferencia. Me creyeron anarquista porque yo hube visitado el centro obrero, donde me recibieron……

Tuve el gusto de visitar al médico inspector de Sanidad, Don José Transmollares, quien muy amablemente me demostró su conformidad con muchos de nuestros criterios. Cumpliendo su misión inspectora, mostró deseos de ver mi título, que yo le presenté con mucho gusto, así como mi carnet del Iltre. Colegio de Médicos de Madrid……..

1 Sin duda el autor de la letra ha creído que el “cazón” (pescado) estaba en el régimen vegetariano como el de los “viernes”.
2 Carbón de olivo.