Los libros arden mal’ es el libro del 2007, aunque se publicase a final de 2006. Es una suma de relatos, de cuentos, que se entretejen, que se mezclan, que huyen de la habitual estructura capitular. Los personajes entran y salen, luchan, sufren, se alegran, se frustran, envejecen y mueren a lo largo de este extenso periodo que arranca en el año 1881 y llega hasta nuestros días, con especial incidencia en el periodo de la Guerra Civil o mejor dicho, luego veremos el porqué, en la Posguerra gallega. Galicia, siempre presente en los textos de Rivas: la Galicia de los emigrantes, de los maestros, de los campesinos, de los boxeadores, de los jueces, de los muchachos, de los marineros...
‘Los libros arden mal’ es un libro que requiere dosificación. Sus seiscientas diez páginas reclaman un modo especial de lectura. No se puede beber de golpe, aunque la historia, las historias que contiene y sus personajes (Polca, Curtis, Ó, Gabriel, Leica, Dez, Samos, el abuelo Mayarí, Pinche, Chelo Vidal, Luis Terranova, Arturo da Silva ...) nos reclaman continuamente, ¡ven, ven, léeme, escúchame, mira lo que ocurre!, sino de modo pausado. Porque si de algo están repletas estas páginas es de matices, de sabores, de juegos de palabras, de semántica, de etimologías. Es un texto que se revuelve sobre sí mismo, que te obliga a bucear en su interior y, lo que también es importante, te incita a buscar otras fuentes documentales, a rascar en la memoria colectiva de los últimos setenta años de este país, llamado España. Para no olvidar, para aprender ... para no meter la pata de nuevo.
‘Los libros arden mal’ es un libro de tesis doctoral, que merece la disección paciente de un forense de las letras, un texto que marcará una época para una generación de lectores. Como dijo hace unas semanas Alfons Cervera, en su sección ‘Fahrenheit 451’ de la Cartelera Turia de Valencia, "seiscientas diez páginas irrenunciables, esponjosas" que hay que leer sin saltarse ni una sola.
‘Los libros arden mal’ habla de libros quemados durante la Guerra Civil. Al comienzo, hay una foto ilustrativa, un auténtico disparador literario para el cerebro privilegiado de alguien como Manuel Rivas, en la que se observa a un grupo de fascistas, con el uniforme fascista, con el saludo fascista, con el rito fascista, en el puerto de A Coruña, agosto de 1936, procediendo a una quema de libros. Incinerar libros no es un tema nuevo en literatura, ni en la vida. ‘Fahrenheit’ 451, ‘El nombre de la rosa’ o el mismo ‘Quijote’ ya nos hablaron de esto. Pero sin duda, esta quema cala más hondo, porque nos pilla mucho más cerca: es nuestra. Y nos duele que se quemen libros, porque quemar un libro es eliminar un trozo de nosotros mismos, de nuestra historia, reciente y pasada, es arrojar al autor en la hoguera del desprecio, del odio, del olvido.
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1 comentario:
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El rincón de los sueños perdidos
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