"Cielos de Barro" es una novela singular, no ya por su argumento, sino por su estructura. Nos traslada a un pequeño pueblo de Extremadura y comienza su acción tras el asesinato de varios integrantes de una familia feudal. Un inspector está realizando la investigación de este múltiple crimen y, aunque ya tienen un sospechoso, continúa con las laboras propias de su trabajo. Para ello está entrevistando al abuelo del detenido, un viejo alfarero que va narrando lo sucedido en las horas posteriores al asesinato y rememorando la historia de algunos personajes. Pero en la estructura del libro, a lo largo de sus cuatro partes, se van alternando los capítulos en los que este alfarero en primera persona cuenta su visión y aquellos en los que un narrador en tercera persona nos ubica muchos años antes para ir desgranando la historia de todos los personajes, habitantes de este pueblo, que de alguna forma tienen que ver con los hechos. Además resulta cuanto menos curioso que, en la entrevista al alfarero, sólo lo "escucharemos" a él, es decir, es un diálogo encubierto, por llamarlo de alguna forma, en el que las frases correspondientes al inspector quedan obviadas por las contestaciones del propio anciano.
A pesar de que durante los primeros capítulos parece un poco extraño, no es difícil seguirle el hilo una vez que ya te has introducido en la trama y su estructura. Es cierto que en su comienzo parece algo "lioso" por la cantidad de nombres y esa obsesión que tenemos de ir situándolo todo en un lugar concreto. Pero no hay nada más que dejarse llevar por la lectura y permitir que, con el paso de las páginas, podamos ponerle una cara a cada personaje y establecer los lazos que los unen al resto.
Es una novela, bajo mi punto de vista, muy bien escrita por varias razones. En primer lugar por la gran habilidad que tuvo su autora para encajar las piezas de este puzzle de personajes y distintos momentos en el tiempo, de forma que, al concluirla, se cierran las relaciones y podemos seguir el hilo temporal desde el pasado hasta la entrevista actual con el alfarero. Por otro lado, por su forma de profundizar en los personajes, que quedan definidos, más que por las propias descripciones físicas, por sus diálogos y comportamientos. Hay que unirle a esto los cambios del lenguaje utilizado en una y otra parte, de modo que, en los capítulos correspondientes al alfarero, se utiliza un lenguaje llano, con localismos y estructuras sencillas propias de alguien del pueblo; mientras que en las correspondientes a las narradas en tercera persona, cuando los protagonistas son los pertenecientes a clases altas, el lenguaje es más refinado.En general tiene una lectura ágil, ya que posee gran cantidad de diálogos, lo que aligera el paso de las páginas. Además, la trama resulta muy atrayente desde su primera frase: "Vino de noche. Dijo que regresaba para morir". Así que no es difícil engancharse a ella y estar deseando averiguar qué ha ocurrido y, sobre todo, al menos para mí, ir conociendo la historia de este pueblo y estos personajes, sus relaciones, sus obras…
Es una novela de amores y odios, escrita con crueldad, ternura y poesía, empeñada en la revisión crítica de nuestra historia reciente.
De modo que recomiendo su lectura, me ha parecido una muy buena novela no sólo de intriga, sino como descripción de la forma de vida de una época y de los comportamientos humanos.
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