"Cielos de Barro" es una novela singular, no ya por su argumento, sino por su estructura. Nos traslada a un pequeño pueblo de Extremadura y comienza su acción tras el asesinato de varios integrantes de una familia feudal. Un inspector está realizando la investigación de este múltiple crimen y, aunque ya tienen un sospechoso, continúa con las laboras propias de su trabajo. Para ello está entrevistando al abuelo del detenido, un viejo alfarero que va narrando lo sucedido en las horas posteriores al asesinato y rememorando la historia de algunos personajes. Pero en la estructura del libro, a lo largo de sus cuatro partes, se van alternando los capítulos en los que este alfarero en primera persona cuenta su visión y aquellos en los que un narrador en tercera persona nos ubica muchos años antes para ir desgranando la historia de todos los personajes, habitantes de este pueblo, que de alguna forma tienen que ver con los hechos. Además resulta cuanto menos curioso que, en la entrevista al alfarero, sólo lo "escucharemos" a él, es decir, es un diálogo encubierto, por llamarlo de alguna forma, en el que las frases correspondientes al inspector quedan obviadas por las contestaciones del propio anciano.

En general tiene una lectura ágil, ya que posee gran cantidad de diálogos, lo que aligera el paso de las páginas. Además, la trama resulta muy atrayente desde su primera frase: "Vino de noche. Dijo que regresaba para morir". Así que no es difícil engancharse a ella y estar deseando averiguar qué ha ocurrido y, sobre todo, al menos para mí, ir conociendo la historia de este pueblo y estos personajes, sus relaciones, sus obras…
Es una novela de amores y odios, escrita con crueldad, ternura y poesía, empeñada en la revisión crítica de nuestra historia reciente.
De modo que recomiendo su lectura, me ha parecido una muy buena novela no sólo de intriga, sino como descripción de la forma de vida de una época y de los comportamientos humanos.
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