domingo, 5 de abril de 2009

Al Círculo de Artesanos en su 50.º Aniversario


Y a esos animosos hombres que con su esfuerzo y tesón

supieron salvar difíciles etapas

y conseguir su continuidad.


“Discurría Febrero de 1956. Un viento helado dejaba las calles desiertas y por eso nuestra sorpresa fue muy grande cuando Fernando Garrido y yo recibíamos en la academia que teníamos en la calle Casas Altas, la visita de una comisión que, desafiando las inclemencias del tiempo, no quería demorar ni un momento la constitución de la Sociedad de Artesanos que ya bullía en su cerebro. Integraban esta comisión José Córdoba Pérez, Juan Antonio Bello Mármol, Vicente Millán Nuflo y Diego Pérez Fernández. Estos pioneros de “Artesanos” iban recogiendo firmas para constituir la Sociedad y por todas partes, recibiendo el calor que la propia naturaleza les negaba, sólo eran objeto de magníficas acogidas.”


Así comenzaba Juan García Cañete la charla que con el título “Historial de Artesanos 1957 –1970” ofreciera el día 8 de Agosto de 1970, con motivo del XIII Aniversario del Círculo, siendo su Presidente Adriano Pinillos Alba y con Miguel Vacas Gutiérrez, a la sazón Párroco de la Asunción, al frente de su Comisión de Cultura y Festejos. Y en ella, con el conocimiento de haber sido activo testigo, fue desgranando las vicisitudes de sus comienzos:

· Las primeras reuniones en casa de José Córdoba Pérez (el fotógrafo), para constituir una Sociedad que colmara la aspiración de muchos castreños.

· El nombramiento de una comisión para redacción de un Reglamento, integrada por Joaquín García, Vicente Millán, José Córdoba, Diego Pérez, Miguel Morales y Juan García.

· La designación de una primera directiva, provisional y extraoficial, que estuvo formada, bajo la presidencia de José Pinillos Alba, por Juan Antonio Bello Mármol, Fernando Garrido Navarro, Miguel Morales Alcaide, Antonio Doncel Iñiguez, José Córdoba Pérez, Vicente Millán Nuflo, Juan Martínez Villegas y Antonio de la Rosa Córdoba.

· La negativa de su aprobación por la autoridad competente, en Febrero de 1957 –lo que llevó consigo el cierre del local, que la Sociedad venía ocupando extraoficialmente desde el día 15 de Marzo de 1956-, y la exigencia de otra comisión organizadora, que se constituyó con miembros más bien vistos por el régimen, para obviar cortapisas: Antonio Pinillos García, como Presidente; y como restantes miembros Joaquín Fernández Fuentes, Antonio Doncel Iñiguez, José Alba Cañero, Juan Puebla Alba, Manuel Repiso (Jefe de Policía), Francisco Murcia Junquera, Adriano Pinillos Alba y el entonces Párroco de las Asunción, Domingo García Ramírez.

· Firma del Proyecto de Reglamento el 22 de Marzo de 1957, que fue autorizado por el Ministerio de Gobernación, según comunicación del Gobernador Civil de la provincia de fecha 22 de Junio del mismo año.

· La primera reunión de fundadores celebrada el día 7 de Julio de 1957, en la que se acordó, por aclamación, nombrar Presidente Honorario al Alcalde, Juan Meléndez-Valdés López, por su interés demostrado en las gestiones realizadas cerca de las autoridades superiores en pro de la reapertura del Círculo.

· Acto de inauguración oficial, con un Vino de Honor, el día 10 de Agosto de 1957, en el que dirigirían la palabra José Navajas Fuentes, Joaquín Caravaca Delgado y el Alcalde, Sr. Meléndez-Valdés.


¡Por fin! Después de los sacrificios y esfuerzos de más de un año, de la amarga experiencia de su clausura, el anhelo de los pioneros, de aquel reducido grupo, se hacía realidad. Y si éstos aspiraban en un principio únicamente a la formación de una restringida peña de amigos, ampliaron después su horizonte y la idea primitiva pasó a la de la constitución de una asociación de carácter cultural y recreativo, que encuadrara un numeroso segmento de la sociedad castreña: el de los ARTESANOS (en una amplia concepción del término), y la de contar con una sede en la que convivir y desarrollarse. Deseo al que se fueron sumando cada día más socios, llegando a noventa el número de los primeros fundadores del Círculo, a los que habría que sumar cuarenta y cuatro miembros más, que aunque se inscribiesen con la categoría “de número”, pueden considerarse con toda propiedad fundadores, porque desde la fundación estuvieron. Y entre ellos, representadas las más diversas profesiones (16 carpinteros y ebanistas, 16 administrativos, 13 albañiles, 10 agricultores, 8 comerciantes, 8 industriales, 7 agentes comerciales, 7 chóferes y transportistas, 6 zapateros, 6 panaderos, 5 empleados en empresas [Carbonell, Eléctrica del Guadajoz, etc.], 4 albardoneros-guarnicioneros, 3 herreros, 2 pintores, 2 médicos, 2 carteros, 2 pensionistas, 1 guarda de campo, 1 viticultor, 1 agrimensor, 1 peluquero, 1 tabernero, 1 transportista de áridos, 1 practicante, 1 sacristán, 1 veterinario, 1 pastor, 1 guardia municipal, 1 confitero, 1 mecánico, 1 fotógrafo, 1 alfarero, 1 picapedrero y 1 impresor).


INAGURACIÓN DEL CÍRCULO DE ARTESANOS
Don Rafael Bravo Carpio con el hisopo,
con el acetre y la vela, el niño Juan Íñiguez Navajas.
A la derecha, el presidente del Círculo, José Pinillos Alba.
Más a la derecha Antonio Trenas López.
A la izquierda, con gafas, Juan Martínez Villegas.



Hoy, 10 de Agosto de 2007, cuando empiezo a hilvanar estas líneas, se cumple precisamente el 50.º aniversario de la inauguración oficial del Círculo. ¡Cuántos recuerdos! ¡Cuántas evocaciones acuden a mi mente! Y es que a distintas etapas de mi vida corresponden paralelas vivencias con el idealizado fondo de aquella señorial casona del Llano de San Rafael, bajo el Castillo, testigo, antes de la llegada de Artesanos, de infantiles travesuras en la florida antesala de su “jardinito”, que causaban el enojo de su propietaria, Doña Lola, mimosa cuidadora de sus plantas, del que los chiquillos del barrio escapábamos saltando su baranda o evadiéndonos por su claros.


Ya en los años 56 y 57, con el Círculo dentro, acompañando a mi padre. Y mientras él se reunía en ocasiones con sus compañeros de directiva, -y las más veces con sus amigos para tomar el vino-, largos ratos de juego con Leocricio y Pedro (botones), por su entonces arbolado patio y por sus espaciosos salones, cuya recargada decoración y antiguo mobiliario, todavía no retirado por su dueña (un piano, tapices, cuadros, espejos, cornucopias...) daba pie a que nuestra imaginación se desbordara en misteriosas y fantásticas aventuras; eso sí, bajo la seria y atenta mirada del Conserje (Pepe Luna), para que no nos saliéramos del tiesto. Y cuando la vigilancia se relajaba, como en la hora de la siesta en las vacaciones escolares, primeros escarceos con unos tacos de billar que nos venían grandes sobre aquella vetusta mesa de Baltasar.


¡Y no digamos nada de la llegada de la televisión a nuestro Círculo, allá por el año 61! Aquel aparato “Iberia”, casi artesanal comparado a los sofisticados de hoy, uno de los primeros que se instalaron en Castro. Juan Urbano, socio con Celedonio de la firma vendedora “Urbano y Montilla”, enseñó al conserje y a José Moreno Martínez, repostero, su manejo. Y como éstos tenían que atender sus obligaciones y no podían estar siempre pendientes del televisor, nos iniciaron a algunos en los secretos de sus mandos (entonces el mantener mucho rato la imagen quieta y derecha era una odisea), para que prestásemos ayuda en ocasiones de más expectación, enorme para ver las corridas de “El Cordobés” y los partidos de fútbol, que eran los espacios más esperados y que despertaban –como despiertan y despertarán- las encontradas discusiones de los partidarios. Y el salón también a tope en familiares veladas ante la pantalla para ver “Gran Parada” o “Los Amigos del Martes”, aunque con más frecuencia de la deseada la temida “manta de Guadalcanal” aguaba la función televisiva, que se tornaba en animada tertulia o en partida. Imborrables escenas y anécdotas, como cuando en la final de la Eurocopa de Naciones del año 64 –que España ganó a la U.R.S.S. con aquel legendario gol de Marcelino- un recordado socio, al ver saltar al campo a los jugadores soviéticos, exclamara irónicamente: “Si yo creía que los rusos tenían rabo!”


El Círculo de Artesanos se preocupó desde su fundación por acercar la Cultura a sus socios. De oídas sé que en sus años iniciales se organizaron distintos actos culturales (alguna conferencia, concierto, representación teatral o recital poético), pero no he podido encontrar ninguna referencia escrita sobre ellos. Posteriormente, se fueron repitiendo de forma esporádica actividades de esta índole (de las que destacaría el Concierto de la Orquesta Sinfónica y Orfeón Jerezano, con su director Joaquín Villatoro, el 29 de Abril de 1979, el ciclo de conferencias sobre Historia de Castro, en Noviembre de 1985, y la publicación del Libro de la Semana Santa Castreña, de Juan Aranda Doncel, en Marzo de 1987). Pero en este aspecto quiero dejar constancia de la labor desarrollada por su pequeña biblioteca, a cuyo cargo estuvo en sus inicios José Córdoba “El fotógrafo” y que su nutrió, además de sus propias adquisiciones, con las donaciones de algunos de sus miembros. En una época –años 1957 y siguientes- en que la tenencia de libros era patrimonio de muy pocos y la Biblioteca Municipal, por su ordenamiento y horario, tenía escasa transcendencia, la de Artesanos, dentro de la modestia de su fondo, fue un auténtico foco de iniciación a la lectura para el sector de la sociedad castreña que representaba. También la Biblioteca de Artesanos representó para mí –como hijo de socio- un buen apoyo de formación cultural y guardo gratos recuerdos de ella, como lector y como colaborador del Bibliotecario Joaquín Caravaca Delgado en 1962, que repetiría con Francisco Bravo Alarcón en 1966 y 1967.


El aspecto recreativo y de solaz no se limitó a ofrecer a sus socios un lugar para sus naturales y cotidianos esparcimientos, sino que quiso extender su espacio a otras actividades festivas dirigidas especialmente a la juventud, aunque no exclusivas de ésta, que giraron en torno a un principal protagonista: el BAILE. Para ello, organiza tres celebraciones: Caseta de Feria Real, Nochevieja y Carnaval, que constituyeron, a lo largo de más de quince años, acontecimientos de gran repercusión y popularidad en la sociedad castreña de aquel tiempo y contribuyeron a que el Círculo de Artesanos haya sido el colectivo de su índole en nuestro pueblo con mayor número de socios, sobrepasando en ocasiones los quinientos.


Ya en el mismo 1957, en sesión extraordinaria celebrada conjuntamente por los socios fundadores y de número el día 28 de Agosto, se acuerda por mayoría de setenta y siete votos a favor y veintiocho en contra: “1.º Proceder a la instalación de una caseta por cuenta de este Círculo en el Real de la Feria durante el próximo mes de Septiembre, para divertimento y recreo de los socios y familiares con derecho. 2.º Para tener derecho al acceso se proveerán obligatoriamente todos los socios, hasta el día cinco de Septiembre como plazo máximo, de la tarjeta correspondiente, mediante el pago de su importe, que se fija en sesenta pesetas”. Un año después, el 13 de Diciembre de 1958, se nombra una comisión para organizar la fiesta de Nochevieja y Año Nuevo. Y más tarde (según las actas en Febrero de 1961), su Carnaval, “se acuerda celebrar fiestas familiares los días 12 y 14 del actual, lo que se comunicará a los señores socios y sus gastos se sufragarán por medio de rifas, con el fin de que no les sean gravosas al Círculo”.


Nuevamente afloran en mí gratos recuerdos: el extraordinario ambiente y la cordial convivencia de mayores y jóvenes en su caseta (en toda mi vida sólo ví a mi padre una vez en la feria y aún retengo su imagen, con su sempiterna bata de trabajo, departiendo amistosamente con Joaquín Caravaca, con Antonio Trenas, con Juan y Paco López...); las ganas de cumplir los dieciséis años para poder entrar a los bailes de Nochevieja y Carnaval; las veladas previas a estas fiestas en las que tantas veces colaboré llenado los sobres de uvas pasas o bolsas de “picaíllo” con que la sociedad obsequiaba a los asistentes; iniciación al bailoteo en unas noches inolvidables, esperadas con verdadera ilusión y con unas ganas locas de pasarlo bien, pues entonces sólo había baile "de higos a brevas"; o mi integración a una activa Comisión de Festejos que en los años 1965 y 1966 encabezó el recordado Vicente Moreno “Don Vimomo”.


Mi ánimo se recrea y se sigue llenando de imágenes retrospectivas: placenteras y amenas reuniones “tirando de las orejas a Jorge” hasta bien entrada la madrugada, alrededor del brasero en invierno o al frescor de su patio en verano, aspirando con deleite la sutil fragancia de sus jazmines y damas de noche... Veladas compartidas con amigos de la misma edad y otros mayores, fruto de la convivencia en el Círculo, de los que nos gustaba oír la voz de la experiencia, muchos de ellos ya desaparecidos pero cuya presencia perdura entre nosotros. Mi ingreso como socio numerario al cumplir la mayoría de edad; mi paso a fundador por cesión de derechos de mi padre en 1973; la Vicepresidencia con José González Molina en los años 1975 y 1976 y con éste y Antonio Erencia en 1977. De nuevo con Antonio Erencia como Vicesecretario en 1980 y Secretario en 1981 y 1982. Como es natural, en el discurrir de tantos años hubo también otras situaciones de no tan agradable remembranza, que prefiero relegar al rincón del olvido. Todas ellas –más de las positivas que de las negativas- fueron experiencias enriquecedoras que fortalecieron en mí los conceptos de asociación, amistad y espíritu de colaboración.


A partir de ahí, por mis ocupaciones profesionales no pude seguir como hubiese querido la trayectoria de Artesanos y, por tanto, no me considero el más indicado para ser cronista de las innumerables vicisitudes por las que ha atravesado en los últimos años: sus superadas crisis, su salida del añorado marco del Llano de San Rafael, sus mudanzas a la Cuesta de los Mesones y a las Escuelas Reales, la constancia y la firmeza de un reducido núcleo encabezado por Antonio Erencia Sánchez, José González Molina y José Merino Montilla, recientemente renovado con nueva savia, que siguen creyendo fervientemente en la idea que hace cincuenta años unió a una animosa generación.


Por tradición familiar y por convicción propia, siempre estaré con el Círculo de Artesanos.


Castro del Río, 10 de Agosto de 2007.

Francisco MORALES BASURTE

Socio n.º 1.

1 comentario:

Antonio J. dijo...

Buenas tardes, soy Araceli Caravaca (hija de Joaquin Caracava Delgado). Estas fotos me recuerdan los tiempos de mí juventud, ya mi marido (Jose Moreno Martinez) estuvo unos años de repostero en dicho Casino.
Buscare fotos antiguas que tengo de esa epoca y se las hare llegar (alguno de mis hijos, que son los que entienden estas cosas modernas).

Un cordial saludo y animo con este Blog