Tengo que hablaros de otro libro que he leído recientemente, recomendado también por mi hija, y que me ha sorprendido agradablemente por su temática y por su forma narrativa.
Cuando empecé a leer el libro lo hice sin saber con lo que me iba a encontrar y estoy convencido que así la impresión que se consigue es mucho más profunda. Ahora que lo he concluido creo que puedo afirmar sin temor a equivocarme que es una de esas obras que hay que leer. Tal vez no por su calidad literaria, ni siquiera por la originalidad de su planteamiento, que la tiene y mucha, sino por todos aquellos sentimientos que despierta a medida que lo vas leyendo. Es fácil sentirte identificado con todos los personajes, sean cuales sean sus acciones y, aunque algunas te repugnan y otras te enternecen, al mismo tiempo son todas perfectamente entendibles.
La particular visión del niño que es protagonista y narrador de la historia está cargada de detalles y sentimientos, a pesar de que él mismo sea incapaz de sentirlos debido a su autismo (Síndrome de Asperger). Esta curiosa contradicción hace del libro algo digno de leer. Merece la pena.
Sinopsis
Christopher es un adolescente que conoce todas las capitales del mundo, tiene una increíble capacidad matemática y le gustan las listas y los esquemas y odia el amarillo, el marrón y Francia. Le gustaría ser astronauta de mayor y quiere sacarse el bachiller de matemáticas con sobresaliente.
Una noche encuentra al perro de la señora Shears atravesado por un horcón y, espoleado por la intriga y el cariño que siente hacia los animales, intentará descubrir al autor de este crimen, emulando a su admirado Sherlock Holmes. Sus pesquisas le llevarán a descubrir ciertos secretos familiares que harán tambalear la perfecta estructura en la que había basado su mundo.
Si os animáis a leerlo, es fundamental que lo hagais desde la primera página teniendo en cuenta que Christopher es autista. Si no, el libro os resultará pesado y falto de ritmo.
¡Qué os divertáis!
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