jueves, 21 de mayo de 2009

Pinocho

Aquí os dejo un Audiocuento de Pinocho.Estas entradas van dedicadas a los más pequeños.
Le das a Play y lo escuchas mientras lo lees, ¿vale?
Que te diviertas.

Hace mucho tiempo un carpintero llamado Gepeto, como se sentía muy solo, cogió de su taller un trozo de madera y construyó un muñeco llamado Pincho.

-¡Qué bien me ha quedado! -exclamó-. Lástima que no tenga vida. Cómo me gustaría que mi Pinocho fuese un niño de verdad.

Tanto lo deseaba que un hada fue hasta allí y con su varita dio recursos al muñeco.

-¡Hola, padre! -saludó Pinocho.

-¡Eh! ¿Quién habla? -gritó Gepeto mirando a todas partes.

-Soy yo, Pinocho. ¿Es que ya no me conoces?

-¡Parece que estoy soñando! ¡Por fin tengo un hijo!

Gepeto pensó que aunque su hijo era de madera, tenía que ir al colegio. Pero no tenía dinero, así que decidió vender su abrigo para comprar los libros.

Salió Pinocho con los libros en la mano para ir al colegio y pensaba:

-Ya sé, estudiaré mucho para tener un buen trabajo y ganar dinero, y con ese dinero compraré un buen abrigo a Gepeto.

De camino pasó por la plaza del pueblo y oyó:

-¡Entren señores y señoras! ¡Vean nuestro teatro de títeres!

Era un teatro de muñecos como él y se puso tan contento que bailó con ellos. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que no tenían vida y bailaban movidos por unos hilos que llevaban atados a las manos y los pies.

-¡Bravo, bravo! -gritaba la gente al ver a Pinocho bailar sin hilos.

-¿Quieres formar parte de nuestro teatro? -le dijo el dueño del teatro al acabar la función.

-No, porque tengo que ir al colegio.

-Pues entonces, toma esta monedas por lo bien que has bailado -le dijo un señor.

Pinocho siguió muy contento hacia el cole [el colegio] cuando de pronto:

-¡Vaya, vaya! ¿Dónde vas tan de prisa, jovencito? -dijo un gato muy mentiroso que se encontró en el camino.

-Voy a comprar un abrigo a mi padre con este dinero.

Oye, vamos! -exclamó el zorro que iba con el gato-. Eso es poco dinero para un buen abrigo. ¿No te gustaría tener más?

-Sí, pero, ¿cómo? -contestó Pinocho.

-Es fácil -dijo el gato-. Si entierras tus monedas en el Campo de los Milagros crecerá una planta que te dará dinero.

-Y ¿dónde está ese campo?

-Nosotros te llevaremos -dijo el zorro.

Así, con mentiras, los bandidos llevaron a Pinocho a un lugar lejos de la ciudad, le robaron las monedas y le ataron a un árbol. Gritó y gritó pero nadie le oyó, tan sólo el Hada Azul.

-¿Dónde perdiste las monedas?

-Al cruzar el río -dijo Pinocho mientras le crecía la nariz.

Se dio cuenta de que había mentido y al ver su nariz se puso a llorar.

-Esta vez tu nariz volverá a ser como antes, pero te crecerá si vuelves a mentir -dijo el Hada Azul.

Así Pinocho se fue a la ciudad y se encontró con unos niños que reían y saltaban muy contentos.

-¿Qué es lo que pasa? -preguntó.

-Nos vamos de viaje a la Isla de la Diversión, donde todos los días son fiesta y no hay colegios ni profesores. ¿Te quieres venir?

-¡Venga, vamos!

Entonces, apareció el Hada Azul.

-¿No me prometiste ir al colegio? -preguntó.

- -mintió Pinocho-, ya he estado allí.

Y, de repente, empezaron a crecerle unas orejas de burro. Pinocho se dio cuenta de que le habían crecido por mentir y se arrepintió de verdad. Se fue al colegio y luego a casa, pero Gepeto había ido a buscarle a la playa con tan mala suerte que, al meterse en el agua, se lo había tragado una ballena.

-Iré a salvarle! -exclamó Pinocho.

Se fue a la playa y esperó a que se lo tragara la ballena. Dentro vio a Gepeto que le abrazó muy fuerte.

-Tendremos que salir de aquí, así que encenderemos un fuego para que la ballena abra la boca.

Así lo hicieron y salieron nadando muy de prisa hacia la orilla. El papá del muñeco no paraba de abrazarle. De repente apareció el Hada Azul que convirtió el sueño de Gepeto en realidad, ya que tocó a Pinocho y lo convirtió en un niño de verdad.

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